Casi todo el mundo sabe que la vegetación terrestre capta dióxido de carbono de la atmósfera y nos devuelve oxígeno. Pero, sin duda, es menos conocido el papel de mares, océanos y ecosistemas costeros en la captación y retención de este compuesto, el que más contribuye al calentamiento global.
Árboles y plantas terrestres emplean CO2 para hacer la fotosíntesis y acumulan el carbono en forma de hojas, tallos y troncos, así como en los suelos. Este carbono que retienen se conoce como ‘carbono verde’. Las plantas acuáticas ―las que encontramos bajo el mar y en espacios costeros― hacen exactamente lo mismo. Captan CO2 y lo utilizan para realizar el proceso que les permite obtener energía. Guardan carbono en sus hojas, rizomas y raíces, y entierran cantidades importantes de este elemento en los sedimentos en que crecen. Es el llamado ‘carbono azul’.
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